El sacerdote de una catedral del estado de Sao Paulo consiguió el préstamo de avionetas destinadas para su utilización en la pulverización de plaguicidas sobre campos de cultivos con el fin de tirar agua bendecida desde las alturas sobre la población de su ciudad. Según manifestó el religioso, la idea se le produjo a partir de la falta de contacto con sus fieles desde el aislamiento y los temores que desenvuelve la pandemia del Covid-19. Mientras, Brasil se cuenta como el país con mayor número de contagiados y fallecidos en Latinoamérica y Sao Paulo como el epicentro de la pandemia. Por Máximo Paz para ANRed.
El sacerdote católico del estado de Sao Paulo, en Brasil, Emerson Rogério Aniz, se aseguró el préstamo de tres aviones utilizados para fumigación por parte de empresarios amigos para arrojar agua bendita desde las alturas como modo para combatir al Coronavirus.
El cura, titular de la catedral de Botucatu, ciudad perteneciente al castigado estado brasileño por la pandemia, aseguró su idea a partir de la falta de contacto con sus feligreses ante el aislamiento y los supuestos miedos que ello empujaría desde que se instauró la pandemia que tiene paralizado a casi la totalidad del planeta.
“Quería que, aún con aislamiento, los vecinos pudiesen sentir la presencia los unos de los otros”, relató el protagonista en una entrevista.
“Antes de despegar bendije los mil litros de agua que llegaron al aeródromo en un camión cisterna, la colocamos en una avioneta de las que se usan para fumigar el campo, fue totalmente desinfectada y se colocó en los conductos de las alas: en lugar de pulverizar insecticida esparcimos agua bendita por los cielos de la ciudad“, agregó el párroco.
El número de avionetas fumigadoras que se dispusieron para que el místico diera acción a su plan no fue casual y estuvo atada a las determinaciones litúrgicas que se desprenden de las prácticas religiosas: una de las avionetas fue la encargada de lanzar el agua, otra fue utilizada para cargar al cura y, por último, la restante trasladó a otro individuo quién se encargó de dispensar oraciones y rezos de diversos credos. “En esa tercera avioneta no había ningún símbolo religioso, tan solo una persona que rezaba por todos, independientemente de la creencia de cada uno, para reflejar el ecumenismo, esa comunión que va más allá de las religiones”. Explicó el ingenioso sacerdote.
En las declaraciones, luego del hecho, también pudo dar cuenta de la vida religiosa llevada adelante a partir de la pandemia y el encierro que ello implica de sus feligreses: “Tenemos una especie de call center dos horas cada día; llamamos a los fieles de más de 60 años para saber cómo están y hemos puesto en marcha tres canales de Whatsapp para que nos manden mensajes; por la noche los respondemos todos”, contó.
Lo cierto es que Brasil en general y Sao Paulo en particular se tratan de unas de las regiones más golpeadas por la pandemia.
Las alarmantes cifras crearon una suerte de reclusión política al propio presidente Jair Bolsonaro, quién se encuentra virtualmente fuera de funciones. A su vez, los gobiernos regionales brasileños tienden a programar y llevar adelante sus propios planes para combatir la pandemia, más allá de lo que hubiera dicho o, mismo, ordenado el presidente.
En Latinoamérica, Brasil sigue siendo el que mayor número de casos confirmados: registra 8066, seguido por Chile (3404), Ecuador (3163) y México (1510). Sao Paulo es el estado más afectado dentro del primer país con 188 muertos y 3506 casos confirmados. La ciudad de Botucatu se encuentra dentro del estado y a 230 km de la ciudad capital.


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