Raúl Ricardo Alfonsín parece ser el nuevo punto de consenso de la "republicanización" del kirchnerismo. Acá y acá se escribió sobre la cuestión. Y hasta escuchamos a Horacio González citarlo como autoridad política y moral para pensar las perspectivas del kirchnerismo: "cuando la sociedad gira a la derecha, hay que prepararse para perder elecciones", dicen que dijo Don Raúl.
Parece que cuando la sociedad giró muy a la izquierda y a la vez muy a la derecha, había que guiarse por otros "principios"...
Posteamos un extracto de Alejandro Horowicz sobre las posiciones del viejo dirigente radical, después del golpe de estado.
"A semanas del golpe el radicalismo orientado por Raúl Alfonsín comenzó a publicar un mensuario: Propuesta y Control. El nombre resulta curioso, ya que no pareciera dirigido ni a los afiliados ni a los simpatizantes de la UCR. No bien se leen los primeros números queda claro que la propuesta está destinada al hipotético control de las Fuerzas Armadas y de su gobierno. En el Editorial: "La participación de los trabajadores" se lee: "[...] a veces se exhibe como único denominador común y exclusivo centro de actividad la lucha antisubversiva. Más allá de esta lógica coincidencia generalizada, solo pueden mostrarse vaguedades y contradicciones".
En su doble condición de dirigente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y de la UCR, Alfonsín subraya que el "único denominador común" con el gobierno es la "lucha antisubversiva". Es evidente que no ignora en qué consiste; por eso escribe: "El ámbito para desarrollar la participación es el respeto por la libertad, la igualdad y la dignidad de los hombres, espacio vital imposible de obtener en el marco de una guerra sucia en la que la guerrilla ha logrado el objetivo de que la voz de los exaltados truene como la de Marat: dictadura o derrota". Curiosa aseveración: recién empieza la lucha y ya es "sucia", de modo que resulta constitutivamente "sucia", y por lo tanto impide la "dignidad de los hombres". No es el gobierno de la dictadura, sino la guerrilla que "ha logrado el objetivo" dictadura o derrota. En criollo, solo la dictadura evita la derrota a manos de la militancia popular. En consecuencia Alfonsín sostiene: "Aquí no está en juego el triunfo de una cierta concepción política. Aquí estamos frente a la necesidad de actuar para evitar la disolución nacional".
En suma, dos posiciones: respaldar al gobierno de Videla o a la subversión apátrida. Bajo el título "El otro flanco" escribe por si quedan dudas: "En la difícil situación por la que atravesamos, para preservar el orden y la cohesión, se necesita un mínimo de adhesión, sin la cual nos ubicaremos en el tobogán de la desobediencia que conduce a la resistencia y a la subversión".
La demarcación era precisa, de un lado la gente decente y del otro las corrientes revolucionarias. Las zonas grises "en la difícil situación que atravesamos" no se permiten, ni practican. Conviene en este punto cruzar el planteo de Alfonsín con las indicaciones "legales" del Proceso. Debemos admitir que son perfectamente intercambiables. En lugar de deducir la adhesión al gobierno de los postulados del Proceso, la infiere de la naturaleza de la situación. Una cosa sólo argumentativamente difiere de la otra. En rigor, una presupone la otra. Alfonsín fundamenta los postulados del Proceso con razones que el gobierno no creyó necesario pronunciar entonces: la excepcionalidad de la situación. Dado que "la guerrilla ha logrado el objetivo de que la voz de los exaltados truene como la de Marat: dictadura o derrota". Ergo, para evitar la derrota no solo acepta la dictadura sino que le brinda "un mínimo de adhesión", ya que según un viejo adagio jurídico "la necesidad no tiene ley".
La postura de Alfonsín no le produjo ninguna tensión puertas adentro de la APDH. Y sin embargo, daba cuenta de un cambio jurídico copernicano: nunca ningún golpe de estado en la Argentina había exigido y obtenido el consentimiento de todos los partidos del arco parlamentario para la prohibición de toda forma de oposición. La única política "legal" era respaldar la política formalmente ilegal de un gobierno cuya legitimidad solo ponía en tela de juicio a los subversivos. Aún la revolución libertadora se sintió en la obligación de justificarse con un argumento "tradicional": el retorno de la Constitución. En cambio, el sistema político aceptaba, compartía, apoyaba defendía un orden que le confiscaba sine die la legalidad de toda acción independiente.
Por cierto Alfonsín representaba bastante más que una corriente interna del radicalismo, actuó -esto último retrospectivamente- como el portavoz más lúcido del nuevo orden inaugurado en 1976. En ese sentido, su triunfo en las elecciones de 1983 coronó tanto su aptitud para mimetizarse con el 24 de marzo como su capacidad para diferenciarse de la crisis militar posterior a Malvinas.
¿Éste es un comportamiento extraordinario?
De la lectura de la lista de intendentes que la dictadura burguesa terrorista unificada conservó en sus cargos o convocó inmediatamente después del 24 de marzo surge que sobre un total de 1.697 municipios 301 intendentes (35%) corresponden a la Unión Cívica Radical; 169 al Partido Justicialista (19,3%); 23 a neoperonistas (2.7%); 109 a los Demócratas Progresistas (12.4%), 94 al Movimiento de Integración y Desarrollo (10.7%), 78 a fuerzas federalistas provinciales (8.9%), 16 a la Democracia Cristiana (1.6%); y 4 al Partido Intransigente (0,4%). De modo que el arco parlamentario estaba representado según una curiosa lectura militar. Era, por reproducir una fórmula de época, sin duda un gobierno cívico militar.
El Partido Comunista (PC) fue sumamente claro al respecto. A través de uno de sus dirigentes caracterizados sostuvo tras la derrota en Malvinas: "El Partido Comunista evitó el grave error que hubiera significado enfrentar la Junta Militar, así como el de apoyarla ciegamente. Además de ser la suya una política de principios, permitió conservar las posibilidades legales, tan importantes para la lucha por un Convenio Nacional Democrático"
Para evitar cualquier malentendido Orestes Ghioldi explica: "En el terreno político, en su acepción más general, se abrió la posibilidad de que la clase obrera y sus aliados logren forjar la alianza con los sectores nacionalistas de las fuerzas armadas"
Amén...(NdFR)
Alejandro Horowicz, "Las Dictaduras Argentinas. Historia de una frustración nacional" (Edhasa, 2012)
Volvé relato "camporista", te perdonamos todo lo que nos hartaste...

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